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 Por Martín Poblete Pujol
 En la primera mitad de
      este mes de agosto se cumplen ciento diez años del comienzo de la Primera
      Guerra Mundial. Todo comenzó con el asesinato en Sarajevo, un mes y
      medio antes, del Archiduque Francisco Fernando y su esposa, heredero del trono del Imperio Austro Húngaro, víctimas del anarquista serbio Gavrilo
      Prinzip.  En principio un crimen atroz, pero en términos
      políticos un acontecimiento excéntrico a los intereses de las principales
      potencias europeas de la época; sin embargo, un enredado y enredoso
      andamiaje de garantías y tratados, unido a la falta de criterio de
      algunos de los principales protagonistas, terminó por precipitar una
      inmensa tragedia que duró cuatro años hasta encontrar su desenlace. Otro factor importante a
      considerar es el desarrollo tecnológico en siderurgia en Gran Bretaña,
      que permitió construir un buque de guerra de desplazamiento superior a
      las veinte mil toneladas, equipado con seis cañones capaces de disparar
      proyectiles de once y doce pulgadas  con alcance impensado en los
      navíos antecesores, propulsado por turbinas de vapor un sistema entonces
      en las fronteras de la tecnología, el Dreadnought fue botado al mar en
      diciembre de 1906, su construcción mantenida en estricto secreto por un
      año.   Gran Bretaña ganó ventaja de algunos años, pero pronto
      Alemania, Francia, Estados Unidos, y más lejos Japón, empezaron masivos
      programas de construcción naval.   A comienzos de 1914, Gran
      Bretaña tenía veinte y dos acorazados de la clase Dreadnought construidos
      entre 1910 y 1914; Alemania tenía catorce.    Ninguno de los hombres en
      posiciones de poder en aquellos tiempos tenía intenciones de llevar su
      país a la guerra.   Así lo habían expresado en el momento
      bisagra del paso del Siglo XIX al Siglo XX, el Canciller Bernhard von
      Bülow en Berlín, y el primer ministro Lord Salisbury en Londres. Posteriormente, el
      Canciller Theobald von Bethmann-Hollweg y el ministro de relaciones
      exteriores Gottlieb von Jagow, mantuvieron la línea trazada por su
      antecesor; pero el Emperador Guillermo II de Hohenzollern, hombre
      impulsivo, apoyado por sus altos mandos militares encabezados por los
      generales von Hindenburg y von Moltke, optó por ejecutar los tratados con
      garantías militares.  
 En Londres, el Primer
      Ministro Sir Herbert Henry Asquith pensó que no estaban en juego ninguno
      de los intereses fundamentales de las principales potencias europeas;
      "I see no reason why Britain should be more than a spectator to the
      Continental Armageddon / No veo por qué Gran Bretaña tenga que ser más
      que un espectador del Armagedón Continental"; su ministro de asuntos
      exteriores / Foreign Secretary Sir Edward Grey, mucho más realista, en
      discurso ante el Parlamento  en presencia de todos los miembros y de
      dos figuras de la institucionalidad imperial Lord Lansdowne y Lord
      Curzon, el lunes 3 de agosto  advirtió que de precipitarse los
      acontecimientos en el Continente, Gran Bretaña tenía la obligación, por
      tratado vigente, de honrar las garantías a la protección de la
      neutralidad de Bélgica. 
 El martes 4 de agosto, los
      engranajes del andamiaje diplomático europeo habían empezado a
      girar.   El  Imperio Austro Húngaro había declarado la
      guerra al Reino de Serbia; Alemania confirmado sus obligaciones por el
      tratado de asistencia recíproca con Austria Hungría; Rusia declaraba la
      guerra a Austria Hungría en el marco de sus garantías militares al Reino
      de Serbia; Francia ratificaba sus obligaciones con Rusia conforme a
      tratado vigente; Alemania declaraba la guerra a Rusia y a Francia; 
      Gran Bretaña enviaba una nota urgente al Kaiser y su gobierno exigiendo
      garantías explícitas que Alemania respetaría la neutralidad de Bélgica,
      le daba doce horas para contestar de lo contrario honraría los términos
      de su tratado bilateral con Bélgica.    En la residencia de
      Downing Street 10, el Primer Ministro Asquith, Sir Edward Grey, Lord
      Haldane, y el joven Secretario de la Marina / First Lord of the Sea
      Winston Churchill, esperaban silenciosos la respuesta de Alemania que
      nunca llegó.  Segundos antes de la medianoche, empezaron a caer las
      campanadas del Big Ben, a las doce de la noche Gran Bretaña quedaba en
      guerra con Alemania. Al día de hoy, la guerra
      entre Ucrania y Rusia lleva más de novecientos días de hostilidades sin
      interrupciones, respecto de las potencias occidentales un conflicto
      excéntrico solo por la distancia geográfica; en el límite occidental de
      Ucrania está Polonia, país miembro de la OTAN.   En el Medio
      Oriente hay un conflicto latente que podría rematar en guerra regional,
      Estados Unidos tiene concedidas garantías militares a Israel,
      desconocemos si hay alguna forma de acuerdo de mutua asistencia entre
      Irán y Rusia.   En el extremo de Asia, hay un conflicto latente
      entre China y Taiwan; Estados Unidos tiene tratado de asistencia
      recíproca con Taiwan, garantías militares (the American nuclear
      umbrella/el paraguas nuclear americano) concedidas a Corea del  Sur
      y Japón, y tratado de asistencia recíproca con Filipinas; Rusia tiene
      garantías militares vigentes concedidas a Vietnam; China tiene garantías
      militares vigentes a Corea del Norte, valga recordarlo hace setenta
      y tres años China no dudó en ir a la guerra por Corea del Norte. 
       La historia no se  repite, pero tiene ciclos y
      contraciclos,  cursos y recursos.            | 
    
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