LA DEMOCRACIA ES MARCA REGISTRADA Y PROPIEDAD DE LA ÉLITE DOMINANTE
POR MARIO BRIONES R.
Aún cuando los gobiernos y los líderes políticos declaran su firme lealtad y compromiso con la democracia, entendida como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” como la definió Abraham Lincoln, incluso en los países considerados modelos a seguir en dicha doctrina, la verdad que se filtra desde los obscuros rincones del poder fáctico, señalan que no es así, poniendo en tela de juicio que tengamos real capacidad de dominio para ser libres y manejarnos por nuestro libre albedrío para elegir con independencia a los políticos o al tipo de gobierno que queremos. Incluyendo a quienes se perciben como más perspicaces, conscientes y rigurosos en el uso del análisis para tomar sus decisiones personales, aún así, siguen siendo permeables a la influencia psicológica que se utiliza con sofisticados mecanismos que modifican el pensamiento de millones de personas, a través de noticias falsas, mentiras sistemáticas y mensajes ocultos o “tar post”.
Cientos de millones de dólares se gastan en instalar empresas siniestras dedicadas a manipular científicamente la mente humana, utilizando las nuevas tecnologías digitales, que permiten torcer la genuina expresión ciudadana. Este accionar se logra con la complicidad de grandes corporaciones valoradas en cientos de miles de millones de dólares, por medio de las cuales se tiene acceso a los datos masivos de la gente, la “Big Data”. No hay límites éticos ni restricciones de recursos para lograr la finalidad principal perseguida por los multimillonarios de extrema derecha, que no sea ampliar su poder y dominar el mundo.
Muchos se han preguntado, ¿por qué nos ha sorprendido la elección de varios líderes políticos de derecha o de extrema derecha para asumir como presidentes en países latinoamericanos, elegidos por la ciudadanía? La respuesta podría estar en el inescrupuloso negocio que captura una infinita cantidad de datos para determinar el comportamiento y establecer el poder predictivo de la personalidad del electorado, persona a persona, a través de computadoras que son capaces de conocer a un individuo mejor que su propia familia. El pensamiento ajeno es instalado por un siniestro grupo de multimillonarios que crearon empresas, desde donde difunden falsos escenarios y mienten para intervenir la mente, utilizando computadores con capacidad para realizar 1.000 cuatrillones de operaciones por segundo.
Los cambios que van ocurriendo a nuestro alrededor son cada vez más rápidos, complejos o desconocidos y solo podemos percibir una parte de todo lo que se crea. Los efectos más profundos de los cambios tienen relación con métodos desarrollados para dirigir el pensamiento humano y alterar su comportamiento. Son pequeñas señales que podemos llegar a percibir pero que no alcanzamos a procesar para comprender la finalidad principal buscada, debido al exceso de información y acelerado ritmo que nos impone este modelo de economía, y terminamos aceptando ideas ajenas que sirven los intereses de una élite multimillonaria, que está detrás para dominarlo todo.
La singularidad tecnológica implica que un equipo de cómputo, red informática, o un robot podrían ser capaces de auto-mejorarse recursivamente, o por el diseño y construcción de computadoras o robots mejores que él mismo.
Raymond Kurzweil, en su libro “La singularidad esta cerca”, nos advierte que este fenómeno ocurrirá alrededor del año 2045 y predice un ascenso gradual a la singularidad. Según Albert Cortina y Miguel-Ángel Serra, “ocasionará cambios sociales inimaginables, imposibles de comprender o de predecir por cualquier humano”. Ya estamos en presencia de ese cambio producto de la inteligencia artificial, donde el posible impacto de una hipotética posibilidad es que los robots podrían llegar a ser autosuficientes y capaces de tomar sus propias decisiones. La realidad parece ser peor, a lo que pensaron estos estudiosos de la singularidad.
El 16 de julio del 2015 se inicia la campaña de Donald Trump para ser presidente de Estados Unidos. Muchos sectores políticos quedaron sorprendidos que fuese elegido un político de extrema derecha, desbocado y misógino multimillonario, cuyo triunfo fue el resultado de una estrategia tecnológica no conocida que utilizó la información base de más de 230 millones de norteamericanos, obtenida a través de la “Big data”, que proviene de grandes empresas, bancos, compañías de seguros y de las enormes empresas de comunicación como Google, Twitter o Facebook.
Fue a través de Facebook que se facilito la detección de entre 4.000 a 5.000 puntos de interés de cada uno de los 87 millones de datos personales capturado de los norteamericanos, para desmenuzarla, analizarla y determinar edad, ubicación geográfica, género, religión, gustos o si tiene un arma, etc. Datos que una vez diferenciados en más de 32 tipos de personalidad, la computadora puede predecir el comportamiento de ellos, mejor que su propia familia, determinando la estructura de la receptividad, perfeccionamiento, sociabilidad, consideración, neuroticismo, etc. Por medio de la micro focalización individual, conocen lo que impulsa a los votantes, un trabajo que conoce ampliamente Michal Kosinski, investigador psicométrico de la U. de Stanford, quien construyó un modelo con los perfiles de personalidad. Conociendo la personalidad de cada elector, se les hace llegar información específica a cada persona, en el momento oportuno, en su justa medida por medio de mensajes ocultos o “tar post”, que duran un determinado momento y que luego desaparecen sin dejar rastro en la red, excepto en los archivos de Facebook.
El grupo de siniestros reaccionarios de extrema derecha encargados de esté objetivo ya están siendo sometidos a investigación. Carole Cadwalladr, periodista de “The Guardian”, ha investigado por más de un año la estructura grupal que fue clave para elegir a Donald Trump. Son personas que no dicen nada públicamente ni dan entrevistas periodísticas. El hombre principal del grupo es Robert Mercel, considerado un hombre muy inteligente, ingeniero informático que trabajo en IBM y también para Goldman Sachs. Luego formó Renaissance Technologies, que patrocina un fondo de cobertura de US$ 50 mil millones. Es un hombre multimillonario que se dedicó a la inteligencia artificial para predecir los resultados de la bolsa, sistemas que hoy dominan en Wall Street. Luego consideró que tener mucho dinero no era suficiente, y su interés se volcó al dominio del poder político, para lo cual creo, Mercer Family Foundation, a cargo de su hija, desde donde se repartieron grandes cantidades de dinero a empresas y grupos de extrema derecha como la Heritage Foundation, Goberment Acountability Institute, etc., y por supuesto, para la campaña de Donald Trump.
Desde sus elegantes oficinas en Los Angeles, California, fue creando una red de empresas afines. Compró el sitio de noticias falsas Brietbart de extrema derecha, donde puso a Steve Bannon a cargo en la sombra, y a Glittering Steel, una pequeña productora audiovisual. La empresa principal establecida estaba en Londres, la SCL Group, (Strategic Communication Laboratories Group), que tiene 25 años de existencia, donde se analizan millones de datos para intervenir electoralmente en diversos lugares del mundo, Nigeria, la isla caribeña de San Vincent, etc. Se contactaron con Donald Trump a través de la hija de R. Mercer, para convencerlo de entregarles a su cargo la campaña electoral de Trump, para lo cual crean en el Reino Unido a Cambridge Analytica (CA), y luego una sucursal de dicha empresa en Estados Unidos. El grupo que dirigió la campaña de D. Trump lo componían Robert Mercer, Kellyonne Conway, Stve Bannon y David Bossie. Algunos sin presencia pública como el principal de ellos, Robert Mercer.
Cambridge Analítica, con sus métodos de datos para “cambiar el comportamiento de audiencias” realizó la campaña para decidir la retirada del Reino Unido de la Unión Europea. Dicha empresa se dedica al análisis y estudios que son vendidos a empresas y también a políticos, procesando información que se considera confidencial. A partir de esta última evidencia, los máximos directivos de estas entidades se están investigando y están perdiendo su anonimato frente a la difusión pública de sus actos. En el caso de Facebook están siendo requeridos para dar respuesta ante el congreso de Estados Unidos y en el parlamento del Reino Unido.
Facebook, con casi 2.000 millones de usuarios en todo el mundo, cuyo fundador Mark Elliot Zuckerberg los trató de idiotas, tiene dificultades para explicar su actuar, porque el negocio de Facebook y de una gran cantidad de empresas con sistemas de comunicación para redes sociales, estimadas entre 2.500 y 4.000, comercian con información y venden la información que recogen, sin autorización de los usuarios o “mediante la letra chica”. Los empleados de la red social, en forma anónima, han declarado que pese a saber qué se estaba haciendo con los datos en cuestión, la compañía nunca hizo nada para evitarlo. Andrés Torreta, directivo de CA-Ponte explicó a la BBC que aprovechaban la metodología usada por CA y “planeaban aplicar el uso del direccionamiento inteligente de mensajes políticos a whatsapp”, empresa que pertenece a Facebook. Se está investigando la participación de este grupo de empresas en campañas electorales en Brasil, Argentina, México y Colombia. Ya se sabe que no obstante la encriptación, pueden intervenir un mensaje de whatsapp, antes que se envíe.
Steve Bannon fue jefe de estrategia de la Casa Blanca hasta agosto de 2017, y fue despedido por Donald Trump. Antes de esto, se le acusa de ser parte de Cambridge Analytica (CA). Como presidente y secretario de la compañía, fue uno de los ideólogos directos de los programas de uso de datos de Facebook para interferir directamente en las elecciones estadounidenses.
Reflexionando sobre nuestro país y a propósito de lo anterior, en el sitio “Dinamo” se informo que, “El Banco Mundial se convirtió en cosa de horas en el escándalo de la semana, en un conflicto que podría traer incluso consecuencias internacionales luego de que se reconocieran adulteraciones de orden político en el ránking “Doing Business”, respecto de Chile y el rol de Felipe Larraín como Consejero de dicha sección del Banco Mundial, hoy Ministro de Hacienda de Chile. A estas alturas del avance tecnológico, son pocos los que creen en las coincidencias. A pesar que F. Larraín dijo que no había intervenido en la preparación de la estadística que bajó la posición de Chile en el ranking, durante el gobierno de M. Bachelet, sorprende y no parece plausible que no obstante su cargo de consejero, no haya sabido nada de lo ocurrido respecto a Chile.
La Democracia es una ilusión, igual que el sueño americano. Los avances tecnológicos están siendo capturados por estos personajes ligados al poder y el dinero de la extrema derecha, que siguen afanosamente engañando a los inocentes que votan por ellos, y otros que le hacen el juego a propósito, insistiendo que vivimos en plena democracia, con estado de derecho y con instituciones que funcionan para todos, lo que no es tal.
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