kradiario.cl

lunes, 1 de noviembre de 2010

Página Editorial Latinoamericana: En Paraguay la política se está complicando con la enfermedad de Lugo

Diario ABC Color de Asunción, Paraguay

Nuestra democracia en terapia intensiva

Fernando Lugo se metió en un formidable lío –quizás sin querer, tal vez a propósito– al permitirle tanta capacidad de maniobra a su anillo más cercano de colaboradores y partidarios, el “bolivariano”, para ser más precisos. La primera muestra de lo inconveniente que suele ser para un presidente dejar que otros metan las manos en la administración del poder la tuvo recientemente en ocasión de su último urgente viaje a São Paulo por motivos de salud.

Ante la posibilidad de que Lugo no retornara vivo de su internación, o volviera con capacidad de mando insuficiente, el anillo bolivariano se movió velozmente en las sombras; se erigió en poder real de facto, y posiblemente lo fue durante esas cuarenta y ocho horas. Tomaron decisiones, movieron funcionarios y jefes militares, prepararon documentos, y vaya a saberse qué otras maniobras y precauciones que nunca hasta ahora salieron a la luz pública.

No manosearon solamente el nombre de Lugo y su investidura, sino la misma Constitución, pues estando el vicepresidente Federico Franco a cargo de la primera magistratura, le hicieron un alevoso “by pass”, actuando como si este no existiese ni tuviera atribuciones constitucionales suficientes para ser consultado y para tomar las decisiones que los conspiradores estaban asumiendo, en usurpación de esas facultades.

Si es que se da el caso de que, como consecuencia de estas aviesas maniobras conspiraticias y anticonstitucionales, el presidente Lugo comenzara a tener problemas políticos más graves en el futuro cercano, poca duda cabe de que los bolivarianos que se fueron instalando en diversos lugares de la geografía del país comenzarán a ser llamados a alguna forma de movilización. Al principio utilizarán los tipos clásicos: manifestaciones inofensivas, protestas, concentraciones, mítines. Luego vendrán algunas medidas de fuerza, como clausura de vías de comunicación, marchas sobre Asunción, intimidación de personas y otras de la misma índole.

Hostigarán fieramente a lo que los chavistas denominan “elementos del imperio”, categoría en la que entrarán senadores, diputados, gobernadores, dirigentes partidarios, ciertos magistrados, algunos miembros del Ministerio Público y funcionarios, jefes policiales, periodistas y medios de prensa. En suma, todos y cualquiera que no se les pliegue o constituya un obstáculo en su camino.

¿Se beneficiaría Fernando Lugo de este eventual proceso de descomposición política y putrefacción “bolivariana” de nuestra todavía endeble democracia? Es dudoso. Pero de lo que no cabe duda es de que sería una catástrofe para el país.

La violación constitucional perpetrada por parte del anillo bolivariano que se hizo cargo del poder de facto mientras Lugo se internaba en un hospital paulista es clara e irrebatible. No existe ningún tipo de excusa ni de explicación de ella. Los argumentos ensayados en su defensa son tan frágiles que ni se intenta revalidarlos ante la opinión pública. Por eso mismo no debería quedar impune, pues si se deja pasar esto con el pretexto de que la cosa no llegó a mayores, mañana sí, por ese mismo camino, ya ensayado, recorrido y conocido, podría llegar con eficacia a mucho más.

Y si es que las Cámaras legislativas no asumen la gravedad del problema real suscitado, estando como están ante hechos y pruebas tan claros, y no adoptan en este momento alguna medida enérgica, que se preparen para los próximos hechos de fuerza, ilegales, inconstitucionales, pero políticamente oportunos, prácticos y conducentes a la finalidad perseguida por los bolivarianos.

Por cierto, esos temibles hechos podrían darse en cualquier momento, pues en nuestro país, actualmente, los acontecimientos de esta índole están asociados a la precaria salud del Presidente de la República.

La abierta violación de la Constitución perpetrada es apenas una fase del problema; la otra está constituida por sus consecuencias. Véase como muestra, simplemente, el caso de la junta de calificaciones designada para las Fuerzas Armadas –organismo de sustancial importancia para manejar esta institución–, que no hace más que repetir las experiencias castristas y chavistas, y las que Evo Morales está desarrollando en su país.

Las comisiones de Defensa Nacional de las Cámaras legislativas deben seguir con mucha atención las selecciones que hagan –si continúan con base en la resolución “trucha”– estos nuevos miembros de la junta calificadora, para ver si se ajustan a los reglamentos castrenses. No cabe duda de que el objetivo del luguismo bolivariano es tener unas FF.AA. dispuestas en su momento a complicarse con ellos en sus planes de control total del aparato del Estado, aunque signifique la demolición de nuestro sistema democrático republicano. Deben recordar que para ese tipo de gente el objetivo máximo, al que todo puede y debe sacrificarse, es la hegemonía en el poder político.

Es de desear que la perspicacia política de senadores y diputados sea capaz de percibir la situación de terapia intensiva en que puede hallarse, ahora mismo, nuestra incipiente democracia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario