VIVIR (¿MORIR?) CON PARKINSON
Por Otto Boye Soto

Lea los capítulos anteriores en el compacto publicado por Kradiario en su Edición N° 850 del 22 de abril de 2012, el capítulo 5 publicado el 1 de mayo pasado; el capítulo 6 publicado el 7 de
mayo; el capítulo 7 del 14 de mayo; el capítulo 8 del 21 de mayo; el 9 (28 de mayo); y 10 (4 de junio).
Capítulo 11.
Deseo partir comunicando, a los que han tenido la paciencia de leer estos artículos hasta ahora, que éste será el último de este ciclo. Sucede que he tomado un compromiso, que será remunerado, y que ocupará todo mi tiempo disponible para trabajar y escribir. Es el primero de esta naturaleza que emprendo desde que me enfermé y que de paso me satisface plenamente. No podía dejarlo pasar.
¿Cómo terminar esta serie?
Lo primero que se me ocurre decir es invitar a los que no tienen Parkinson a prevenirlo tratando de que no aterrice y se instale en su organismo. Por la experiencia que he tenido con esta enfermedad, no se la desearía ni al peor de mis enemigos, ¡en el caso de que tuviera uno! No es el caso, que yo sepa. Por eso, porque es devastadora, hay que tratar de no contraerla. Como yo ya la tengo, no he leído casi nada al respecto, pero ya existe investigación y literatura sobre medidas a tomar de carácter preventivo. Recomiendo, a todos, pero sobre todo a los jóvenes, informarse sobre este punto todo lo que puedan, pues esta enfermedad está afectando a cada vez más personas y está avanzando demasiado rápido entre los más jóvenes.
A los que ya la tienen, cuesta recomendarles algo, porque cada experiencia suele ser completamente diferente. La edad que se tiene, como vimos, juega un rol importante. Un joven la recibe de un modo diferente a la forma en que la recibe un adulto mayor. Lo mismo sucede con la salud previa del enfermo. Si el Parkinson llega a una persona enfermiza lo afectará de manera diferente a si llega a una persona sana y con sus defensas intactas. Esta última debería resistir mejor que la primera los embates del mal, pero tampoco eso es seguro. Una sola cosa se me ocurre decir aquí: cuanto antes se detecte este mal, mejores son las posibilidades de frenar sus efectos más letales y más posibilidades hay de prolongar la vida en condiciones a lo menos pasables. En esto se están haciendo algunos avances que obligan, nuevamente, a estar al día al respecto (una “alerta” de Google titulada simplemente “Parkinson” resuelve, en gran medida, este aspecto).
Si el Parkinson llega de la mano con una depresión hay que atacar esta última con mucha fuerza y prontitud para evitar los efectos del primero. Se trata, en general, de frenar, tanto como se pueda, los efectos más desgastantes de este mal. Este camino es hasta ahora el único que permite prolongar la llegada del final, que es el morir, y partir de este mundo a dimensiones desconocidas.
El Parkinson es derrotable. Un enfoque integral, a la manera de Ken Wilber, que tratamos en los capítulos 3 y 4, todavía no se ha impuesto en el mundo y es urgente utilizarlo para avanzar más rápidamente hacia la derrota del Parkinson. Aunque significaría un avance sustantivo, no bastará con lograr producir dopamina, a la manera como se produce hoy la insulina para atacar la diabetes sobretodo la infantil o juvenil. Hay que intervenir en los aspectos subjetivos también y luchar por cambiar la cultura y mejorar las instituciones que ayudan en este combate e investigan para encontrar caminos mejores de solución.
Por último, no olvidemos actitudes que ayudan a la relajación muscular y a la calma espiritual, como escuchar música, recurrir a terapias complementarias como la reflexología, el reiki, el tai chi, etc. No olvidar aquí introducir en la atmósfera que rodea al enfermo el sentido del humor, que levanta el ánimo y hasta hace olvidar, por momentos al menos, la enfermedad que se está padeciendo.
Llego hasta aquí. Como soy optimista no diré adiós sino hasta pronto.
Estimado Sr. Boye,
ResponderBorrarmuchas gracias por entregarnos su experiencia de vida y me alegro mucho el paso que está dando.
como dice usted, hasta pronto ...
atte ... El Seguidor del Gurú