PROBLEMAS ORIGINADOS EN LAS FAMILIAS POR LOS SEGUNDOS MATRIMONIOS
Por Jessika Krohne
Eso complejiza el inicio de la relación de pareja, ya que
ésta no tiene un transcurso habitual, como ocurre en otras parejas, donde el
comienzo es un espacio de a dos, donde ambos se descubren y conocen mutuamente.
Pero en este caso, frecuentemente, la nueva pareja o los recién casados no han
pasado suficiente tiempo juntos para adaptarse a la nueva relación y a las
costumbres de cada uno.
En la modernidad tenemos que lidiar muchas veces con
ex-parejas e hijos de matrimonios anteriores que no hace fácil la convivencia
diaria. El desarrollo de buenas relaciones en la nueva familia requiere de mucho
esfuerzo. Cada uno de los miembros de estas familias ha experimentado pérdidas
y debe hacer ajustes bien complicados en su nueva situación de
vida.
Cuando se forma una segunda familia o familia ensamblada,
como se denomina en el lenguaje sistémico, sus miembros no tienen un historial
común o no tienen el mismo modo de hacer las cosas; muchas veces sus creencias
son muy diferentes y las costumbres también. Además, un niño puede tener una
lealtad dividida entre el progenitor con quien vive la mayor parte del tiempo y
el que vive en otro lugar y a quien visita de vez en cuando.
Los miembros de la nueva familia ensamblada necesitan
aprender a convivir y crear vínculos entre ellos que se vayan fortaleciendo con
el tiempo. Eso requiere mucho esfuerzo y muchas veces es necesario recurrir a
ayuda externa para recibir apoyo en ese aspecto.


Sin embargo, muchas veces puede ser necesario contar con
ayuda de un psicólogo o psiquiatra infantil, si el niño se cierra mucho en sí
mismo, se excluye del resto o cambie muy bruscamente de estados de ánimo.
También manifestaciones muy fuertes de enojos, ira o rabia se hacen necesario
evaluar con un especialista.
La mayor parte de las segundas familias, si se les da el
tiempo suficiente para que desarrollen su propia identidad, costumbres y
códigos y logren formar nuevas relaciones entre ellos, pueden proveer
relaciones emocionales excelentes y duraderas en el tiempo que ayudan a los
niños a desarrollar la autoestima y el autoconcepto para disfrutar de la vida y
enfrentar nuevos desafíos.
La clave está en valorar los nuevos vínculos que se forman
con los padrastros, madrastras, hijastros y hermanastros y verlo como una
oportunidad para toda la vida más que una amenaza que dificulta avanzar en el
tiempo.
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