REUNIÓN CONSTITUYENTE
Por Enrique Fernández
Los muchachos del barrio organizaron una reunión constituyente. Una asamblea local para derogar la Constitución de Pinochet. El Juan José puso la casa. El “Pelao” Undurraga se encargó de invitar a unos 10 o 15 compadres y comadres. La idea era que estuvieran representados todos y todas.
Cada uno tenía que leer las instrucciones de la página web (www.unaconstitucionparachile.cl) y en lo posible conocer la canción de Manuel García. Además, por razones logísticas, todos tenían que ponerse con sandiwchs y galletas, una lata de bebida, té, café y hartas ganas de participar. “Es que la cosa va para largo”, advirtieron los organizadores.
Al comenzar la reunión, el dueño de casa pidió silencio y con voz solemne anunció:
- Amigas y amigos: El sano propósito que nos convoca es aportar ideas, conceptos, principios, propuestas y sugerencias. ¿Para qué? Para cambiar la Constitución y crear una nueva. Una nueva Carta que nos represente en forma genuina y garantice nuestros derechos como sociedad organizada y empoderada.
- ¡Bien, compañero!… Nuestros derechos –rubricó un entusiasta vecino recién llegado al barrio.
- Por ejemplo –dijo un joven estudiante-, el derecho a la comunicación…
Hubo algunos instantes de silencio. Nadie se atrevió a entregar alguna idea, concepto, principio, propuesta o sugerencia frente a tan sorpresiva moción. Hasta que una agraciada participante pidió la palabra:
-¿Podría socializar su propuesta, compañero?
El interpelado, como si un hada lo hubiera tocado con su varita mágica, se sintió lleno de energías para desarrollar su ingeniosa iniciativa.
-Mira –empezó diciendo-: el derecho a la comunicación es un derecho que nos garantiza el derecho a poder comunicarnos, ¿me entendís? Porque sin esa garantía no nos podríamos comunicar. ¿Cachái?
-Ah, ya, si caché –dijo ella y se dio por enterada.
Pero como el autor de la proposición ya estaba embalado, siguió desarrollando su teoría. Con variados argumentos explicó que no es lo mismo la libertad de expresión que el derecho a la información. Y tampoco es lo mismo el derecho a la información que el derecho a la comunicación. “No hay que confundir peras con manzanas”, agregó, para que no quedaran dudas.
- Pero este derecho del que usted habla ¿no existe acaso en la vida diaria? ¿Acaso no me comunico a cada momento con mi esposa, con mis hijos o con cualquier persona en todo lugar donde esté? –preguntó un vecino de edad avanzada. Viejo tenía que ser para no estar en la onda constituyente.
- No, pues, señor. Y ese es el problema. No existe el derecho a comunicarnos –respondió el joven iluminado.
- ¡Cómo que no existe, si usted y yo nos estamos comunicando ahora mismo! –exclamó el adulto mayor, ya un tanto ofuscado.
- Está en error, caballero, porque usted no me entiende y yo no lo entiendo a usted. O sea, no estamos comunicados.
- ¿Y con la nueva Constitución vamos a conseguir ese milagro?
Ahora el que se sintió francamente molesto fue el joven constituyente. Sin embargo conservó la calma y se explayó en el control de los poderes fácticos sobre los medios de comunicación, la manipulación de los mensajes en los medios y la alienación de los receptores –especialmente los televidentes y navegantes de redes sociales- cuando reciben esos mensajes manipulados por los medios que están bajo el control de los poderes fácticos.
- ¿Me siguen? –preguntó luego a los concurrentes, haciendo un alto en su exposición.
- Si compañero –afirmó Juan José, el dueño de casa-, pero ahora vamos a tener un break, porque hace mucha hambre.
Entonces todos se volcaron con entusiasmo a degustar el “mastique”. Mientras lo hacían comenzaron a discutir sobre la crisis de los pescadores de Chiloé, el error de la Nueva Mayoría que no se inscribió para tener elecciones primarias, las pretensiones de Isabel Allende de ser candidata presidencial, los conflictos interminables de la derecha, los intentos fallidos de la UDI por sacarse la mancha de ser el partido de Pinochet y los millones que recibió del Grupo Penta, la corrupción en el Ejército con el “milicogate”… En fin, había tantos temas que resolver.
Cuando terminaron el break ya era tarde, por el horario de verano que seguía vigente en otoño. Así es que ahí mismo pusieron término a la reunión y quedaron de volver a conversar cualquier otro día sobre esta cuestión.
Al despedirse, el constituyente de la comunicación se dirigió al adulto mayor y le dijo:
- Es cosa de que nos pongamos de acuerdo, no más...
ASI NOMAS ES LA COSA....
ResponderBorrarASI NOMAS FUNCIONA LA COSA....
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