CRISIS EN BRASIL
EL GOLPE PARLAMENTARIO Y LA ESTRATEGIA DE LA DERECHA
Por Rafael Luis Gumucio Rivas
Como se preveía a la luz de los
acontecimientos de los últimos días, el senado brasileño aprobó por 55 contra
22 votos el inicio del juicio político contra la Presidenta Dilma Rousseff, el
cual debe ser analizado desde distintas aristas:
La primera arista se refiere a la relación entre un juicio político y el régimen presidencial.
En el caso del parlamentarismo y del semipresidencialismo basta con la censura
para poner fin a un gobierno – no faltan hoy los ciudadanos españoles que
quisieran un juicio político ´a la manera latinoamericana´ y estadounidense
para enviar a la justicia a Mariano Rajoy, jefe del partido político más
corrupto de Europa, el PP -; el problema de la incapacidad del presidencialismo para enfrentar las crisis políticas sigue
siendo un temas fundamental, pues en varios casos, entre ellos el de Brasil en
que el conflicto no se limita sólo a una crisis de gobernabilidad, sino que se
extiende a todo el sistema político.
La segunda arista dice relación con que
la derecha brasilera no se repone aún de la derrota en la última elección
presidencial (2014), razón por la cual busca nuevas vías – entre ellas, y
quizás la más importante, el golpe parlamentario contra el gobierno
legítimamente elegido – pues por la salida electoral parece casi imposible,
máxime si se presenta Inácio Lula da Silva para las de 2018.
La
tercera arista es el alto nivel de corrupción de la mayoría de
integrantes de la casta política y empresarial brasilera – más del 70% de los
diputados y senadores han sido imputados por la justicia por la mezcla entre la
política y los negocios. Incluso, Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara
de Diputados, suspendido recientemente por
la justicia por corrupción, fue el principal impulsor del inicio y desarrollo
del juicio político contra la Presidenta Rouseff. Así están utilizando
instancias formalmente constitucionales para esconder el grado de podredumbre
al cual han llegado. En el fondo, a mi modo de ver, la corrupción es consubstancial a la democracia bancaria, cuyo supuesto
fundamental es la sumisión de la actividad política al empresariado financiero
y mercantil.
La
cuarta arista se refiere a la
grave crisis económica que enfrenta Brasil: en pocos años la octava
economía del mundo ha sido golpeada por una recesión, con índices
negativos menos del 3%, además de una
alta inflación, situación que ha puesto en peligro los enormes avances en
políticas sociales llevadas a cabo por los Presidentes Lula y Rousseff y el
Partido de los Trabajadores.
La quinta arista está marcada por los medios de comunicación – casi en su totalidad en manos de la
derecha financiera y empresarial – que han jugado un rol fundamental en la
campaña de desprestigio al gobierno del Partido de los Trabajadores.
Una vez aprobado el inicio del
impeachment, el vicepresidente, Michel Temer, asumió la jefatura del
gobierno durante seis meses, como está consignado en la Constitución. Este
período será decisivo en la política brasilera, pues Temer, seguramente,
intentará implementar una política regresiva, al gusto del empresariado y de la
derecha, a fin de revertir los avances de los sucesivos gobiernos
progresistas del PT y, además, preparar
el terreno para la instalación de un gobierno de derecha.
Inácio Lula Da Silva tomará el mando de
una campaña popular para defender los avances en materia social y, a la vez,
denunciar la escasa fundamentación jurídica de este juicio político. Estos seis
meses serán decisivos para retomar el protagonismo del Partido de los
Trabajadores, como también emprender la renovación de una izquierda que estaba
perdiendo, en forma creciente, su inserción en los movimientos sociales y, de
esta manera, recuperar la confianza y los horizontes de esperanza.
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