Periodista de larga trayectoria internacional y
actualmente académico de la Universidad Jaime Bausate y Meza de Lima, Perú
Conforme avanza la campaña electoral para la segunda vuelta, han comenzado a salir a luz las mañas que siempre utilizan los fujimoristas para torcer la voluntad popular, engañar a la ciudadanía y captar la atención de cierta prensa que suele alinearse con el mejor postor, como lo hacen muchos medios de comunicación en nuestro país. Antes se señalaba con el dedo al periodista “mermelero”. Ahora, se puede hablar con propiedad del dueño de periódico, radio y/o televisora “mermelero”.
Y ya es tiempo de dejar de culpar de todo a Vladimiro Montesinos, el traidor a la Patria caído en desgracia, porque de tanto hacerlo la gente cree que Alberto Fujimori era un angelito, un ingenuo que durante los 10 años que se mantuvo en el poder fue manipulado por su maquiavélico asesor, cuando hay una frase que alguna vez soltó Kenya y lo pintó de cuerpo entero: “No soy un chinito caído del palto”.
Quienes conocen muy de cerca al ex dictador (son muy pocos lamentablemente, porque tiene contados amigos), saben que es un japonés (no chino, por si acaso) criollo, con todo un background adquirido de los malandrines de La Victoria de los años 50 y 60, porque se crió y vivió allí. Con el correr de los años, mejoró sus costumbres, pero no su forma de hablar, pues su español es totalmente deficiente; estudió y se hizo profesional, y comenzó a sacar provecho de todo. Si no, que cuente cómo se adueñó de “Pampa Bonita” sin ser campesino, pues recurrió a una leguleyada para usar la velasquista Ley de Reforma Agraria en su provecho.
Dice el dicho popular “de tal palo, tal astilla”. Y hay otro mucho más específico para el caso que tratamos: “de tal padre, tal hijo”. Y es que Keiko está mostrando todo lo que aprendió de su padre para hacerse del poder a cómo dé lugar. Cuenta a su favor su condición de mujer, y puede aparecer como víctima de un “ataque con piedras y huevos” supuestamente lanzado por enemigos, cuando todos los de su entorno saben que ese “ataque” fue organizado por ella misma. Pero cuenta con una prensa adicta que le sirve de caja de resonancia.
Hay que leer al revés cualquier declaración que haga Keiko. Cada vez que diga no, es que está diciendo sí. Al igual que su padre, que se pasó dos meses gritando “no al shock” propuesto por Mario Vargas Llosa, para generar miedo en la población. Una vez en el poder, aplicó el más grande “paquetazo”, sin ninguna medida de alivio para la población más necesitada. Entonces, ese no, había que haberlo entendido que era sí. Igual, se pasó asegurando que no habría despidos, pero despidió a millones; que no haría privatizaciones, pero vendió todas las empresas públicas que pudo; que respetaría la Constitución de 1979, pero la derogó, para mandar hacer una a su gusto y medida.
Entonces, con toda esa sarta de mentiras que son elogiadas por la hija candidata, que se ufana en decir que el gobierno de su padre fue el mejor que ha tenido el Perú, que sería para ella un lujo tenerlo como “asesor”, asegura en seguida que “no” lo indultará, suena a burla. Porque sí lo indultará, y no sólo sacará de la cárcel a su padre sino a todos los miembros de la pandilla que robaron a manos llenas el dinero de todos los peruanos. Negar el indulto es parte de su estrategia.
Y es probable que Keiko recurra al “autogolpe”, porque no tendrá mayoría en el Congreso, pretexto que utilizó su padre para cerrar el Legislativo. Y echará a la calle a los jueces más probos del Poder Judicial que condenaron por crímenes de lesa humanidad al ex dictador, y a los fiscales que persiguieron y lograron llevar a la cárcel a la gran mayoría de corruptos. Además, se vengará de los profesionales que trabajaron en la Comisión de la Verdad y de quienes combatieron a la dictadura de Fujimori. Pues bien, medio Perú está advertido.
Vuelvo a repetir: todo lo que Keiko dice que no hará, sí lo hará. Y es que esa forma de conducta y de ver las cosas está en sus genes, tanto así que bien podríamos aplicar otro dicho popular que dice “de casta le viene al galgo”.
No tengo vínculo alguno con el señor Ollanta Humala, a quien ni conozco. Lo único que sé de él es que nunca gobernó. Que se dicen muchas cosas en su contra, pero no muestran prueba alguna. Pero sí sé que es víctima de un cargamontón orquestado por gran parte de los medios. Se nota a las leguas. Cuando entrevistan a Keiko, las preguntas son amables, muy respetuosas y reverentes. En cambio, con Ollanta la cosa cambia, pues más que preguntas son ataques, acusaciones, y no lo dejan responder ni explayarse. A las preguntas ofensivas, se suman los gestos irrespetuosos, especialmente de un par de presentadores de la televisión que son una vergüenza para el periodismo. Y la opinión pública se da cuenta de eso.
Pero hay que esperar con paciencia al 5 de junio. Ese día se sabrá cuán cierto es el poder que dice tener cierta prensa escrita, radial y televisiva, especialmente aquella que ya perdió las últimas elecciones municipales en Lima. ¿No es cierto Aldo?
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